miércoles, 28 de febrero de 2018

Y seguiría bailando


Entonces entendí que, si me pedías bailar, practicaría toda la noche para no pisarte. Un pasodoble donde reinara tu risa y una carcajada que nos dejara sin aire. Que, si tuviera que arriesgar, arriesgaría. Aun con los ojos cerrados y nuestras manos temblorosas entrelazadas, que daría un paso más acompañado de el choque de tus zapatos. Que sería capaz, a secas. De enfrentarnos a los miedos más profundos y cumplir cada uno de nuestros deseos juntos. Y seguiría bailando mientras tus manos me sujetaran. Y te besaría, a nuestro ritmo, el que nosotros conocemos y todo el mundo desconoce. Y veríamos las estrellas en la madrugada y contemplaríamos el amanecer entre mantas y termos de café. 

Y seguiría bailando, aunque nuestras piernas gritaran un descanso. Y escucharíamos esa canción que tanto te gusta y que yo tanto odio, y tararearías esa melodía que siempre cambias en la radio. Y conduciría hasta la ciudad que sueñas conocer, y en la vuelta iríamos a comer mi comida favorita. Y seguiría bailando con el fin de tenerte cerca, siguiendo cada uno de tus pasos, rozando nuestras rodillas mientras arriba nuestros labios hacían un trabajo esplendido entre besos y sonrisas.

Y seguiría bailando…

Todavía lo estamos haciendo…

domingo, 25 de febrero de 2018

París


Las calles de París
estaban impregnadas
París, 2018
de ese sentimiento
tan tuyo
que me haces sentir
con tanta facilidad.

Terminé rendida
ante la ciudad
recordando tus castos besos
que se iban convirtiendo
en un pasodoble glorioso.

Deseé encerrarme
unos segundos
en tu corazón
como si fuera la cárcel más bonita.

Me perdí
en la locura que desataba
tus caricias en la oscuridad
de nuestras mañanas.

Y me quedé esperando
el tintineo de nuestras tazas
de café
tras hacer el amor.


J'attendrai dans le silence 
de la nuit que tu t’approches de mon côté.


viernes, 23 de febrero de 2018

Quiérete


Dedícate todo el tiempo en quererte, en sentirte a ti misma y en conocer tus sueños para ponerte manos a la obra. Túmbate en la cama y haz del techo aburrido, una aventura por cumplir. Ve al cine, a llorar o a soltar carcajadas libres. Acaricia tus defectos y ámalos. Pasea por las plazas llenas de personas con historias mágicas y enamórate de la tuya, piérdete en las miradas ajenas y valora las sonrisas desconocidas. Quiérete cada segundo más y echa de tu vida los obstáculos que aparecen cada vez que lo intentas ¡qué le den!

Céntrate en ti, y defiende cada una de tus decisiones. Pide consejos que después darás la espalda, y si te equivocas…aprende. Pero equivócate, no es nada malo, es maravilloso. Sigue tu ritmo, ese que a veces te planteas si es el mejor, lo es. Y es completamente tuyo. Y si alguien no lo respeta, ábrele las puertas para que se marche.

Escucha música a toda voz hasta que los vecinos se quejen y acaben bailando contigo. Grita lo que te plazca cuando quieras. Disfruta de ese hobby que muchas veces dejas de lado por otras cosas insignificantes. Vive tu vida y que nadie la viva por ti.

Saca del cajón de tu alma los deseos más escondidos y quien quiera poner una mano en tu espalda para seguir a tu lado serán las personas adecuadas. Respira canciones, libros, tés, cervezas, risas, lágrimas de emoción. Celebra lo bueno que te pase y lo malo…le encontrarás una solución, pero en el proceso sé feliz. Sé consciente de lo bonito que te rodea, del mundo que te pide a voces que lo viajes.

Abrázate a esa noche que te juraste que no habrá más reproches innecesarios, apaga el teléfono que te juega malas pasadas y enciende el pensamiento que vagabunda por tu mente suplicándote un me quiero sincero.



lunes, 19 de febrero de 2018

Siempre empieces

Entre las mantas sentí que mis suspiros pedían permiso para perderse entre mis labios, entonces fue cuando me di cuenta que si es para encontrarte a ti nunca estaré perdida. Acaricié con la mayor delicadeza las arrugas blancas de la sábana que había desatado mi noche de sueños y revuelo, me acordé de tu cara y esa sonrisa que siempre me conlleva a ser feliz. Breve o permanente, pero felicidad. Recorrí con las yemas de mis dedos -deseosas de tocarte- las cortinas de la ventana que chocaban con mi pelo y no dudé en recordar tus fuertes brazos protegiéndome del viento. Me rebelé ante el pensamiento de no volver a oler ese fuerte perfume que se queda en mi piel después de haber hecho el amor. Será amor o adicción, sea lo que sea, espero que jamás termine y tú siempre empieces.

miércoles, 14 de febrero de 2018

Sin ti

Eres fuego y no me quemo,
tus cenizas se las llevó el viento, ya no las siento.
Las personas como tú, las prefiero lejos.
Me llevas al infierno, prefiero estar
en el cielo o entremedio.
Pero sin miedos ni complejos.
Y sin un te quiero que no sea verdadero.
Me mieras y no te miento
cuando te digo que no te entiendo.
Tus palabras entre miradas conectadas
ya no me afectan.Y lo prefiero.
Ahora te quiero pero lejos,
tanto que ni te veo.

Ni en mi vida ni en mis pensamientos.

Bailaría junto a ti...

Bailaría junto a ti aún sabiendo que la posibilidad de tropezarme con tus pies son mayores que con tus labios. Bajo la lluvia, el sol o la luna con su resplandor fugitivo. Con música o sin ella, pero para ser sincera, prefiero esa melodía tan cotidiana llamada risa. Bailaría sin parar, como si el tiempo fuera rosa y las agujas del reloj desaparecieran. Dedicaría cada segundo en contemplar(te) cada detalle, pensaría en el amor sin más. Pasajero o permanente, qué más da si es contigo. Muchas veces debemos dar un paso sin saber si habrá más camino o caeremos disparados, pero no me importa si es de tus manos. Entrelazados. Bailaría por el simple hecho de notar tus latidos como si fuera la bocanada de aire fresco más deseada, seguiría bailando paso tras paso si al final de cada uno de ellos tus manos me sujetaran tan fuerte y a la vez tan suave que me derretiría con grandioso toque. Me balancearía para acabar cerca de tu boca...y no dudar si quiera rozarla. Bailaría, bailaría...durante mil inviernos si es entre tus brazos y tu melodía.

Devuélvele

Devuélvele a cada
golpe malo, una
sonrisa brillante.
Devuélvele a cada
noche oscura, una
mañana deslumbrante.
Devuélvele al reflejo
de unas lágrimas insonoras,
una carcajada que
retumbe en tu corazón.
Devuélvele a quien te
de la espalda,
una meta nueva cumplida.
Devuélvele a la vida,
las ganas de vivir.

Adiós

No hace falta que vengas con ramos de rosas blancas ni que me abras la puerta para ojear el vaivén de mis caderas al pasar por delante, cierro la puerta a cupido y le robo las flechas que estaban a punto de atravesar nuestro amor. Antes de que los hielos del whisky se derritieran, tus palabras de promesas vacías se perdieron en el líquido que vertía entre mis labios que un día fueron sellados por los tuyos dejándote la marca de mi pintalabios carmín. Dejó de importarme no dormir las noches a tu lado y disfruté del colchón con sábanas frías rozar mi piel sin tu compañía. Los días comenzaron a cambiar de color grisáceo a un llamativo amarillo que hizo eco en el brillo de mis ojos que ya no reflejaban nada de ti, bendita cordura que ha vuelto después de unas vacaciones pasajeras por tu cuerpo que quedó impregnado de mi aroma de jazmín.

¿No puedo?

Los no puedo acaban
siendo síes disfrazados
de inseguridades y miedos.
Tenemos que esfumar
las excusas como el humo del
tren que si dejamos escapar
no volverá a pasar.
Coger fuerza y enfrentarnos
al reflejo de un día nuevo
que pide a gritos ser
vivido como si fuera el último
Querer comernos el mundo
y no dejar que este acabe con
nosotros a bocados.
Confiar en nosotros mismos
tanto que hagamos de nuestro
alrededor un sí enorme.
Porque los no puedo, no existen,
son nuestra mente que se empeña
en ser la peor enemiga del
ser humano.

Dale al play

Busca en tu carpeta de música favorita. Comienza a bailar cada una de ellas sin pensar en más, aumenta el volumen y baja los pensamientos a cero. Grita la letra de la canción que acabará pareciendo ser un diario escrito por ti, tírate al suelo e imagínate haciendo un solo de guitarra mientras el cepillo del pelo espera ser utilizado como un micrófono. Y salta, que los vecinos se quejen del ruido, qué más da. Sigue haciéndolo. Y cambia de canción, vuelve a creer que estás en mitad del Madison Square Garden y que la multitud de personas siguen tu ritmo haciendo que todos seáis uno. Y olvídate de ese problema que limita tu felicidad, de esas personas que solo quieren juzgar cada uno de tus pasos, de ese pensamiento desganado que tuviste recién despierta pensando que era otro día lleno de rutinas infelices.
Y sigue bailando, más alto, con más fuerza. Cambio de canción, esa te encanta. Te sabes la letra perfectamente, y con el mínimo gesto de cerrar los ojos, te sientes libre, feliz, energética, afortunada, con ganas de vivir, queriendo más, mucho más de lo que jamás pensaste querer.
Entonces la música para, los vecinos se quejan, los problemas vuelven, pero tú no. No has vuelto porque ahora estás sonriendo mirando el techo blanco que se ha convertido en el único testigo de un momento de libertad.
¿Y por qué no sentirse así todos los días de nuestra vida?
Solo dale al play.

Que si

Que si. Que a veces los días son grisáceos, y no hay rotuladores ni sonrisas que puedan pintarlos. Hay días que no, que ni por h ni por b, que no y punto. Te levantas con el pie izquierdo y el derecho cojea, el paraguas se rompe en medio de la tormenta y las sábanas te piden a grito que mejor te quedes dormida dejando pasar el día sin más.
Que si. Que los besos no son besos si no hay sentimientos, pasión o qué sé yo. No hace falta susurros de te quiero entre medio ni sonrisas permanentes, pero sin ese algo acaba siendo otra cosa, no un beso.
Que si. Que a veces la música no te acompaña, y la radio del coche pone la peor que podía poner en el momento menos indicado, y cambias de emisora, y otra vez, y otra…Al final acabas apagando la radio y escuchando tus pensamientos por encima de todo.
Que si. Que ni los abrazos son la solución de un día de mierda, que ni tú misma sabes que quieres y que dejas de querer, y ese acaba siendo el problema.
Que si. Que ni los síes son positivos en días que todo parece ir a declive.
Pero que el año tiene trescientos sesenta y cinco días y no todos son canciones para bailar, risas para que te duela la barriga ni veladas que acaban en sexo desenfrenado con el que crees ser el amor de tu vida.
Que si. Que las lágrimas están permitidas y no son señal de cobardes.
Que si. Que los días malos están en el calendario rodeados de rojo, pero al día siguiente lo tacharemos con azul.
Que si. Que los despertares de mierda están ahí, al lado del despertado de sonido insoportable. Pero que al día siguiente cuando te levantes te reirás del ayer y aprovecharás el presente.
Y como dicen: después de la tormenta viene la tempestad y que quien conoce de tempestades, ve llover y sonríe.

Cinco minutos más...

Cinco minutitos más
para poder seguir soñando
que te beso en aquel
rincón de la ciudad,
justo donde da la luz más
bonita y los te quiero se
escuchan con el mejor
eco de corazones.
Cinco minutitos más
para darme cuenta de la realidad,
de la cama vacía y
los labios intactos.
Cinco minutitos más
para soñar que despierto y
estás, con tus caricias
traviesas y nuestras ganas de más.
Cinco minutitos más,
para ser consciente de que
te siento pero a kilómetros,
que te veo si cierro los ojos y
que soñarte es una ventaja más
para imaginar el día que te pueda
abrazar.

Esos días...

Esos días que
el café sabe a gloria,
las horas a segundos
y tus besos a eternidad.
Esos que pasan rápido
pero desearía que
pasaran lentos.
Esos que acaban siendo
una sonrisa permanente
en medio del desastre.
Esos que son
protagonistas de mis sueños
el resto de la semana.
Esos que no importan
si son martes trece o
viajes lluviosos.
Esos días que extraño
y necesito como una bocanada
de aire fresco.

Y el tiempo desaparece

La ciudad había caído a tus pies, y todas las sonrisas se congelaron junto al tiempo. Te quedaste quieta, observando los gestos inmóviles y los pájaros que estaban a punto de cantar su melodía, no dudaste en mirar las parejas que permanecían a tu lado mirándose a los ojos como si no hubiera agujas del reloj que les detuvieran, entonces llegaste a entender el poder del amor. Esa sensación de que el tiempo deja de importar y los segundos son más bonitos susurrando te quiero, dejas de llegar impuntual y olvidas el reloj en casa.
Las noches acaban juntándose con las mañanas y tú sigues de su mano sin pensar en cuánto tiempo quedará para seguir disfrutando antes de ir a casa, sin esa decepción de tener que decir adiós. El tiempo deja de ser tiempo, y todo se para cuando sus ojos acarician los tuyos con tanta suavidad como tus manos juguetean por debajo del mantel de la mesa de vuestra cafetería favorita en Gran Vía.
Entonces todo vuelve a la normalidad, las sonrisas comienzan a transmitir alegría, los pájaros comienzan a cantar y la pareja se besa.
Y tú, con decisión, paras el reloj que permanece en tu muñeca y miras como camina hacia a ti haciendo que tus sentimientos comiencen a aflorar, tus piernas a temblar y el tiempo a desaparecer.

Yo sé que sí

No intentes decirme que no. Yo sé que sí. Que eres tú, tan así, que acabo acostumbrándome a algo que antes odiaba y ahora solo me gusta por ti. O me gustas tú. Mejor así, que a veces parece que el corazón se queda mudo por el miedo a hablar. Que hable, grite y diga. Con signos de exclamaciones para que borre tus interrogaciones. Ya no más dudas. Me cansa, me harta, me puedes. Y que se callen los susurros inventados de una mente con obstáculos que no entiende que cuando me miras todo acaba yéndose a la mierda. Los noes, los pero y las auto-mentiras. Y yo mientras tanto te sigo mirando, sin importarme que las agujas del reloj sigan moviéndose y mis latidos intenten seguirlo sin ser consciente que, si tú estás en frente, la carrera está ganada. Y cuando tus manos acarician la mía, la estúpida cordura desaparece y solo quedamos los dos. O nosotros, si podemos llamarnos así.
Y sigues intentando decirme que no. Pero yo sé que cuando me acerco, no te alejas. Y bendita sensación, sin oscuridad ni vacíos, con arcoíris y mariposas. Y que, si tartamudeo, sonríes. Y sé que sí. Que el pasodoble que bailan nuestros corazones están en el escenario perfecto para el beso.

Completamente tú

Y entonces, retírate. Sin permiso. Porque quieres y te apetece. Retírate y vete a descubrir la vida que es mucho más que dos callejuelas de luces encendidas. Respira aire puro y camina entre serpentinas, corre por la playa dejando tus huellas clavadas a la espera de una ola que se la lleve a un sinfín de rincones profundos. Retírate, sé quien siempre has soñado ser y soñarás despierta. Tómate un café hirviendo en la cima de la montaña más fría, un margarita en la playa más desértica... Retírate y búscate para dentro de unos años encontrarte en el reflejo del espejo de tu habitación y asentir. Esa persona eres tú. Completamente tú. Ahora sí.

Felicidad

Que lo mejor es saber que todo es mucho más fácil de lo que pensamos. Un café caliente en un día frío. Un suspiro, dos pasos a ciegas y un beso inesperado. Un pasodoble sin música y con sentimientos. Un te quiero demasiado bajo que retumbe en el corazón demasiado fuerte. Una cerveza para la resaca y una manta para las películas. Evitar las palomitas quemadas: 3 minutos o llamas mejor a Telepizza. Unas risas sin sentido mejor que buscarle sentido a cada carrera de la vida. Un baile con los ojos cerrados, cantando alto y queriéndote cada vez más.

Escapar

Querer escapar no es de cobardes. Alejarte del ruido de los coches pasear por las calles que dan a tu balcón, dejar de escuchar las voces que acaban reproduciéndose en tu mente aún sin sonar a tu alrededor, desear volar sola construyendo tus propias alas entre saltos de obstáculos y sonrisas ligeras o lentas, correr lejos de la rutina que parece nunca acabar, respirar otro ambiente, escuchar otros pájaros, sentir otras sensaciones.
Cerrar los ojos y aguantar solo un segundo porque las ganas de volver a ver lo que sucede delante de ti te supera, andar despacio pidiendo que los segundos pasen más lentos para poder disfrutar todo lo que puedas, escribir hasta acabar dormida en otro sofá, en otras sábanas o en otro mar.
Escápate de todo menos de la vida que te hace feliz.